🙏 Sala III: evergetismo
Beneficiando a la sociedad a través de su posición y partipando en el culto de otras santas
Éstos comienzan a aparecer tímidamente a finales de la República. En época de Augusto y los Julio-Claudios se hacen cada vez más frecuentes hasta que, en el último tercio del siglo I, experimentan un notable aumento cuantitativo que coincide con una notable diversificación de los tipos de donaciones realizadas. Durante el siglo II, las evergesías atestiguadas llegan sobradamente a duplicarse con respecto a las conocidas en la centuria anterior, pasando a experimentar un fuerte retroceso, hasta casi su total desaparición, durante la tercera centuria. Durante los últimos treinta años del siglo I, coincidiendo con la instauración de la dinastía flavia, las féminas aparecen plenamente integradas en el sistema evergético, y las encontramos realizando entre diecisiete y treinta y dos actos munificentes de diverso tipo: epula (banquetes), ludi (juegos o espectáculos), edificios públicos, erección de estatuas. Al igual que ocurre con el conjunto de los actos de evergetismo hispanos, el número de donaciones financiadas por mujeres se duplica en la segunda centuria, para luego decaer muy rápidamente a inicios del siglo III.
Hay evidencias en las que se tienen atestiguados varios actos munificentes de sacerdotisas que fueron efectuados en cumplimiento de promesas ob honorem, y que debieron hacerse efectivos poco después de que las promitentes ocupasen los sacerdocios de culto imperial, pero otras muchas evergesías pudieron realizarse antes de que las féminas fuesen nombradas flamínicas o tiempo después de que éstas hubiesen asumido tal honos. Incluso es lógico pensar que algunas flamínicas pudieron obtener su nombramiento sacerdotal como recompensa a las donaciones que habrían realizado anteriormente. Gracias a eso las mujeres pudieron ostentar su poder y su preeminente posición social en sus comunidades cívicas, utilizando la munificencia cívica como un instrumento que les permitía acrecentar su prestigio personal, competir por la obtención de honores o sacerdocio. La principal diferencia con el evergetismo masculino radicó en que, al tener vetado las mujeres el acceso a las funciones políticas, al menos en Occidente, su participación en la vida pública municipal quedó bastante limitada. Por tanto, las féminas debieron canalizar buena parte de sus aspiraciones de promoción social y política hacia los miembros varones de su gens. Este hecho explica la mencionada dualidad del evergetismo femenino que no sólo buscaba acrecentar el prestigio y el estatus personal de la mujer, sino también el familiar.