
Imagen de Marcos Planet
Santa Eulalia
La pieza que traemos en esta exposición es una imagen del “obelisco” de Santa Eulalia, una construcción barroca que mezclaba altares cilíndricos procedentes de un altar de culto imperial, y que actualmente se encuentran en el MNAR (piezas CO36838 y DO36839) y la que posiblemente sea una adaptación de la diosa Concordia a la que estaban dedicados los altares, Santa Eulalia.
El concepto de concordia como objeto de adoración, aunque precede al culto imperial, adquirió durante el imperio la denominación de Concordia Augusta y evolucionó hasta evocar la armonía dentro de la familia imperial (a su vez, deificada con la denominación Domus Augusta). Esta Domus era, precisamente, donde se originó la adoración por parte de matrimonios flamen-flaminica; la flaminica estaría encargada de los ritos relacionados con la Concordia. El matrimonio en general debía representar también este papel, y dentro de él la flaminica personificar la Concordia.
Estos eran valores que la propaganda imperial quería proyectar, y los hispanos se sumaron con entusiasmo por muchos factores, incluyendo el hecho de ser vistos como súbditos leales del imperio y conseguir privilegios económicos y políticos.
Aunque no se trata de un culto imperial directo, es decir, a los emperadores y emperatrices deificados, sí aparece la concordia asociada a algunas emperatrices, sobre todo en monedas. La Concordia incluía en su iconografía una pátera (para libaciones), la Cornucopia (que también aparece en Ceres la Concordia trae la Abundancia), el caduceo, y finalmente la paloma en algunas monedas.
Pero lo más interesante de este monumento es como se proyecta la Concordia literalmente hacia una santa cristiana, Santa Eulalia, una santa con origen en la propia Mérida, cuyo culto se origina en la época tardorromana y continúa a través de la época visigótica, cuando ya era objeto de peregrinaciones, e incluso la ocupación musulmana. La iconografía de Santa Eulalia incluye la paloma, que salió de su boca cuando expiró bajo tortura. Simbólicamente e iconográficamente, la paloma es el elemento de continuidad de advocaciones divinas femeninas desde la más lejana antigüedad hasta el día de hoy, continuidad que se ve expresada físicamente en otros monumentos tal como el que tenemos aquí.